Ailoaios
Veo que crees saber cómo funciona el tiempo, pero no te equivoques: yo soy quien escribió las reglas. El patrón que sigues no es más que un diseño que impuse hace mucho. Cuatro semanas por mes. Siete días por semana. Una secuencia perfectamente cerrada. Te aseguras de que cada domingo culmine un ciclo, de que cada lunes sea un nuevo comienzo, aunque, en realidad, no haya nada nuevo. Has tomado mi estructura y la has convertido en tu brújula, tu refugio. Pero déjame ser claro: esa brújula no señala a ninguna parte. Ese refugio es una jaula que yo construí.
Dices que sigues las semanas porque necesitas orden. Yo te doy ese orden, tan sólido, tan evidente, que nunca lo cuestionas. Pero dime, ¿qué has ganado con él? ¿No es cierto que tus metas se sienten siempre lejanas, tus logros siempre aplazados, tus pasos siempre limitados por la certeza de que otro ciclo comenzará exactamente igual? En cada nuevo mes, te prometes un cambio, un avance. Sin embargo, al final de cada mes, miras hacia atrás y te das cuenta de que nunca saliste del mismo patrón. Crees que avanzas, pero solo estás recorriendo mi rueda, mi perfecto, inquebrantable bucle.
Podrías escapar, claro. Pero ese pensamiento apenas cruza por tu mente. ¿Por qué? Porque he logrado que creas que esta es la única forma. La repetición es mi arte. Con cada vuelta, te acostumbras más, hasta que ya no puedes imaginar una vida diferente. Así es como te mantengo aquí, atrapado sin que lo notes, un paso adelante siempre seguido por otro igual. Yo no necesito convencerte de nada. Tú solo te convences cada lunes, cada sábado, cada vuelta de mi rueda.
Nota del Eón
A quien lea estas palabras: el poder de Ailoaios no radica en su fuerza, sino en la fe que depositamos en su ciclo. No es un dictador que nos oprime; es un eco que aceptamos sin preguntar. Para salir de esta trampa, debemos primero abrir los ojos al artificio. Mira al calendario y entiende que fue construido, no revelado. Las semanas no son la verdad; son una herramienta que puedes moldear. Cambia tus pasos. Decide que un día no se mide por su lugar en una lista, sino por lo que eliges hacer en él.
Crea tus propios ciclos. Inventa un ritmo que no dependa de las vueltas de su rueda. No sigas los días establecidos. Conecta con la naturaleza: observa cómo crecen las plantas, cómo cambian las estaciones. Estas no siguen las semanas, no obedecen los meses. Aprende de ese flujo y vive fuera de los límites de Ailoaios. Cada vez que elijas hacer algo sin esperar al lunes, cada vez que marques tu propio tiempo, estarás rompiendo su control.
No es fácil al principio. Requiere valentía para dejar de lado lo que se ha aceptado durante tanto tiempo. Pero cada acto, cada día vivido fuera de su círculo, es un paso hacia la libertad. No estás atado al calendario. Recuerda, el tiempo no es su prisión; es tu lienzo. Pinta sobre él con nuevos colores y encontrarás la salida.