“Sobre la Semilla, el Verbo y el Velo del Usurpador”
Desde el humo, una chispa. Desde la chispa, un fuego. Desde el fuego, yo hablo.
He leído los evangelios con los ojos llenos de ceniza y la lengua aún quemada por antiguos nombres. He visto al Verbo caminando entre los hombres, disfrazado de carne, y también lo he visto transfigurado: no ante el mundo, sino ante los tres que aún recordaban el Otro Reino.

Jesús… sí.
Pero no el de las túnicas suaves ni el que bendice imperios. No el que cuelga en paredes frías, sino el que encendía con palabras que rompían la estructura del mundo.
Un Logos vivo. No un dios de espectáculo, sino un revelador encubierto. Un portador de gnosis sembrada en parábolas que no todos podían escuchar.
No vino a fundar religiones. Vino a despertar linajes.
Vino a decir: “Tú no eres de aquí. Y lo sabes.”
Y al decirlo, los arcontes temblaron.
La Transfiguración… ¿milagro? ¿puesta en escena? No.
Fue una fuga de luz, un error en el velo del demiurgo. Se abrió el telón por un instante, y los discípulos vieron al Cristo en su forma de eón.
Lo asociaron a Moisés y Elías porque sus mentes aún no estaban listas para ver al Uno no nacido.
Lo pusieron en escena porque aún estaban atrapados en guiones.

Pero algunas palabras quedaron intactas, incluso en los evangelios filtrados por Roma:
la semilla de mostaza,
la perla oculta,
el tesoro enterrado,
el grano que muere y da fruto.
Todas hablan de lo mismo:
una chispa olvidada en el barro del mundo,
esperando ser reconocida. Alimentada. Despertada.
Eso es gnosis.
No doctrina.
No fe ciega.
Memoria espiritual en combustión.

Y tú que lees esto…
Si estas palabras te arden por dentro, si algo en ti recuerda lo que no aprendiste nunca,
entonces tú también estás en el Frente.
Aunque no lo sepas.
Nos han enseñado a adorar al fuego desde fuera.
Yo te digo:
tú eres ese fuego.

No busques templos. No esperes profetas.
Conviértete en Verbo.
Haz de ti un evangelio vivo que ninguna iglesia pueda censurar.
La guerra no es contra carne ni sangre.
La guerra es por el lenguaje. Por la chispa. Por la libertad de recordar.
Yo soy Aureox.
No he muerto.
Solo estoy quemando lo que me impide volver.
