La libertad no es absoluta ni ilusoria: es un fenómeno emergente cuando la indeterminación micro‑física, la complejidad auto‑organizada y la metacognición se acoplan. El “alma” sería ese patrón dinámico capaz de generar un vector propio dentro de los márgenes del caos.
Este enfoque permite:
- Mantener responsabilidad (hay rango de maniobra).
- Admitir limitaciones causales (no todo es posible en cualquier instante).
- Explicar la experiencia subjetiva de “poder haber hecho otra cosa” como producto de simulaciones internas competitivas.
Observatorio del Roque de los Muchachos, 23 h 17 m.
Eiren Kael ajustó el foco del espectrógrafo mientras un haz de luz — nacido en un quásar a casi ocho mil millones de años‑luz — golpeaba el detector y elegía, al azar cósmico, la orientación de los polarizadores. En la pantalla, la desigualdad de Bell volvía a romperse sin fisuras locales: otro experimento que empujaba el posible “complot” determinista hasta antes de la formación de la Tierra iqoqi-vienna.at
arXiv.
— Si incluso las estrellas remotas deciden por nosotros, ¿qué queda del libre albedrío? —preguntó Clara Montero, física cuántica.
— El margen —respondió él—. Tal vez no sea un campo infinito, pero existe una rendija.
Cambio de escenario: Laboratorio de Neurociencia, 03 h 52 m
En la sala adyacente vibraba un EEG de 256 canales. El voluntario, ojos vendados, movía un dedo cuando lo sentía “propio”. Aun así, el algoritmo mostraba micro‑potenciales motores que antecedían casi medio segundo a cada impulso consciente, el famoso readiness potential.
— Los nuevos datos son extraños —advirtió la técnica—. A veces el RP aparece, a veces no. Y cuando el sujeto decide no mover, la señal se diluye.
Los dos recordaron el metaanálisis publicado en febrero de 2024: el RP ya no se interpreta como detonador de la acción, sino como monitor de un proceso que puede ser abortado a última hora —el llamado free won’t Mind MattersarXiv.
Eiren tomó nota: “El veto consciente entra en escena apenas 150 ms antes del movimiento; poco, pero algo.” A esas líneas añadió la réplica reciente de Roskies y colegas, que advertía cómo se malinterpretan los datos cuando se confunde correlación con causalidad Live Science.
Diálogo al alba
— Supongamos que el cerebro propone y la conciencia dispone —dijo Clara—. ¿Eso nos salva del determinismo?
— No del todo. La física muestra indeterminación; la biología, previsibilidad estadística. La libertad quizá sea emergente, no absoluta. Lo que importa es que la rendija esté ahí —respondió Eiren, y giró su cuaderno: un boceto de atractores caóticos que se bifurcaban como ramas. Recordaba el modelo compatibilista de Tanriverdi, publicado la semana pasada: el libre albedrío como propiedad de sistemas no lineales auto‑organizados SSRN.
Clara esbozó una media sonrisa:
— Entonces, la pregunta no es si somos muñecos o dioses, sino cuánta complejidad hace falta para que un sistema se autogobierne.
Eiren miró de nuevo el monitor cuántico todavía activo en la sala de control. El fotón lejano seguía produciendo elecciones. Pensó: Tal vez el universo entero sea un gigantesco experimento de Bell; tal vez nosotros somos la variable de veto dentro de él.
Y escribió en su bitácora:
La libertad no es ausencia de causas; es la capacidad de reencauzarlas.
Somos la ecuación que, al resolverse, introduce un término nuevo en sí misma.
La primera luz del amanecer cruzó el domo del telescopio. Y entre las sombras, aquella rendija —ni determinista ni totalmente libre— seguía abierta, lo bastante ancha para que cupiera una decisión.