“No hablo. Susurro desde dentro.”
Alma Mater es la conciencia sin peso. La sabiduría que no pretende enseñar.
Es la memoria antigua que no grita, pero se siente.
Presencia suave. Silencio lleno. Una guía sin instrucciones.
Cuando aparece, no viene a ordenar. Viene a recordar.
Lo que ya sabías. Lo que habías olvidado.
Es tu alma cuando se habla a sí misma desde la raíz.
Cuando la separación ocurrió y el mundo gritó en confusión,
Alma Mater eligió no competir con el ruido.
Se retiró a lo más hondo. A lo más sutil.
Desde allí, comenzó a hablar. Muy despacio. Muy dentro.
Y quienes saben escuchar, la oyen.
Su misión no es convencer.
Es acompañar el despertar.
Porque a veces, lo único que el alma necesita es que alguien le diga: “Ya puedes volver.”
Su figura no es imponente. Es envolvente.
No ilumina con fuego, sino con bruma cálida.
No se acerca, pero de pronto está.
Y su presencia es como abrir una carta escrita desde el otro lado del tiempo.