1. Neurociencia contemporánea

La visión predominante en neurociencia es que la conciencia emerge de la actividad del cerebro. Numerosos estudios modernos buscan los correlatos neuronales de la conciencia, es decir, las pautas de actividad cerebral que acompañan a la experiencia consciente. Por ejemplo, se han identificado redes cerebrales (especialmente frontoparietales y tálamo-corticales) cuya desconexión provoca pérdida de la conciencia. Experimentos con anestesia general muestran que el cerebro no simplemente “se apaga” de modo uniforme: bajo anestesia, ciertas conexiones se interrumpen y surgen estados cerebrales diferenciados​ frontiersin.org. De hecho, se ha observado que la anestesia no siempre elimina totalmente la actividad consciente, sino que basta con desconectar al paciente del entorno externo para lograr la inconsciencia clínica​ sciencedaily.com. Al “reconectar” esas redes (por ejemplo, al disiparse el anestésico), la conciencia típicamente regresa, lo que refuerza la idea de que es un fenómeno dependiente del cerebro.

Los avances en técnicas como la fMRI y el EEG han permitido detectar signos sutiles de conciencia incluso en pacientes en coma o en estado vegetativo. Un estudio internacional de 2024, usando fMRI/EEG, encontró que hasta un 25% de pacientes aparentemente no responsivos mostraban actividad cerebral intencionada al imaginar acciones (p. ej. “abrir y cerrar la mano”), evidenciando una conciencia encubierta no detectable externamente​sciencedaily.comsciencedaily.com. Este descubrimiento extiende hallazgos previos (15–20% de casos) e implica importantes cuestiones éticas y clínicas sobre cómo comunicarse con pacientes con mínima conciencia. Del mismo modo, investigaciones sobre estados alterados apoyan la conexión mente-cerebro: en estados psicodélicos inducidos por LSD o ketamina, el cerebro muestra aumento de la conectividad global y disminución de la sincronía local, a diferencia del patrón opuesto en el sueño profundo o la sedación ​pmc.ncbi.nlm.nih.gov. Esto sugiere que una mayor integración global entre regiones cerebrales se asocia a una rica experiencia consciente, mientras que la fragmentación de esa conectividad va de la mano con la pérdida de conciencia.

Pese a estos avances, cómo surge exactamente la experiencia subjetiva de la actividad neuronal sigue siendo un enigma (el llamado “problema difícil” de la conciencia). Varias teorías científicas compiten por explicarlo, desde las que enfatizan procesos globales (p. ej. la teoría del espacio de trabajo global) hasta las que apuntan a centros específicos (teoría del procesamiento recurrente, “hot zone” posterior, etc.). En 2023, se realizó una colaboración adversarial para probar dos teorías líderes – la del Espacio de Trabajo Neuronal Global (GNWT) vs. la Teoría de la Información Integrada (IIT) – midiendo la actividad cerebral durante distintas tareas conscientes. Los resultados fueron mixtos: ninguna teoría “venció” completamente a la otra ​quantamagazine.orgquantamagazine.org. Algunas predicciones de IIT se confirmaron (p. ej. que áreas corticales posteriores serían suficientes para sostener la experiencia), mientras otras apoyaron a GNWT (p. ej. involucramiento frontal bajo ciertas condiciones)​ quantamagazine.org. Este resultado refuerza que aún no hay consenso pleno en la neurociencia sobre qué mecanismo exacto genera la conciencia​ quantamagazine.orgquantamagazine.org , aunque sí hay acuerdo en que el cerebro es el órgano clave involucrado.

2. Filosofía de la mente: dualismo vs. materialismo, panpsiquismo y teorías recientes

En filosofía de la mente, el debate histórico enfrenta al dualismo (mente y cuerpo como sustancias separadas) con el materialismo fisicalista (la mente como producto de procesos materiales del cerebro). El materialismo científico – a veces llamado “materialismo eliminativo” o simplemente fisicalismo – sostiene que todos los aspectos de la mente, incluso la cualidad subjetiva (qualia), surgen de la materia en movimiento​catholicscientists.orgcatholicscientists.org. Esta postura domina en la ciencia, pero no ha resuelto completamente cómo “la agua del cerebro se convierte en el vino de la conciencia” (en palabras de Colin McGinn). Por otro lado, el dualismo clásico (ej. el cartesiano) postula una res cogitans (mente/alma) distinta de la res extensa (cuerpo), permitiendo imaginar una conciencia separada del sustrato físico. Aunque pocos neurocientíficos adoptan hoy un dualismo estricto, la pregunta de si la conciencia tiene alguna existencia independiente sigue abierta en ámbitos filosóficos y experiencia personal.

En años recientes ha habido un resurgimiento de posturas alternativas como el panpsiquismo y revisiones del dualismo, impulsado en parte por la dificultad de explicar cómo la actividad cerebral produce la cualidad subjetiva (el problema difícil). El panpsiquismo propone que la conciencia es un atributo fundamental y ubicuo del universo (es decir, que de algún modo “es conciencia hasta abajo”, presente incluso en partículas o campos)​scientificamerican.comscientificamerican.com. Esta idea, otrora marginal, ha ganado atención tras obras como Galileo’s Error (2019) de Philip Goff y debates contemporáneos donde incluso filósofos de mente materialista como David Chalmers exploran formas de panpsiquismo​ scientificamerican.comscientificamerican.com. La atracción del panpsiquismo es que ofrece una vía para “integrar” mente y materia postulando que la mente (proto-conciencia) siempre estuvo en la fábrica de la realidad, evitando así tener que derivar lo mental de lo totalmente no-mental​ scientificamerican.com. No obstante, muchos critican que el panpsiquismo carece de mecanismos comprobables y roza la no-falsabilidad, compartiendo ese problema con el dualismo.

Entre las teorías científico-filosóficas recientes de la conciencia destacan:

3. Física y cosmología: ¿la conciencia como fenómeno fundamental?

Desde la perspectiva de la física, la pregunta es si la conciencia requiere nuevas leyes o principios físicos, o si puede explicarse enteramente con la física clásica y la biología. La mayoría de investigadores asume que los procesos neurobiológicos que generan la mente siguen las leyes físicas conocidas (electroquímica neuronal, sin pautas exóticas)​ medicalxpress.com. Sin embargo, una minoría argumenta que la conciencia podría ser un fenómeno fundamental que no emerge simplemente de interacciones clásicas, sino que está ligado a la mecánica cuántica u otros estratos profundos de la realidad​ medicalxpress.com. Este debate “clásico vs. cuántico” ha cobrado fuerza recientemente. Penrose, mencionado antes, es un ejemplo notable: sostiene que la mente humana no puede explicarse sin apelar a la física fundamental, por lo que ha intentado vincularla a su teoría de colapso gravitatorio de la función de onda ​mindmatters.aimindmatters.ai.

Un argumento a favor de algún rol de la física cuántica es que ciertos fenómenos mentales (como la unificación de información a escala cerebral, o la aparición espontánea de nuevas ideas) podrían implicar principios de no linealidad o indeterminación que trascienden el modelo neuronal puramente determinista. Los defensores de la teoría Orch-OR señalan que la eficacia de la anestesia (que apaga la conciencia) podría explicarse si los anestésicos interrumpen procesos cuánticos en los microtúbulos – hipótesis que, como vimos, obtuvo apoyo experimental en 2024 ​medicalxpress.com. Si la conciencia resultara ser un fenómeno cuántico macroscópico, esto significaría que está sujeto a leyes más allá de la neurofisiología clásica. Mike Wiest, autor del estudio mencionado, afirma que aceptar una “mente cuántica” nos haría replantear nuestra comprensión de «lo que somos» y podría conectar la conciencia con el resto del universo de forma más integral​ medicalxpress.commedicalxpress.com. No obstante, es importante señalar que estos hallazgos están en etapa inicial y la interpretación cuántica es especulativa; muchos científicos piden cautela antes de afirmar que la física quántica es esencial para explicar la mente.

Por otro lado, existen enfoques en la cosmología y la física teórica que tratan la conciencia casi como una entidad cósmica. Algunos filósofos de la física y cosmólogos han jugueteado con la idea de un universo consciente o de la conciencia como campo fundamental. Por ejemplo, el panpsiquismo mencionado en la sección anterior tiene resonancia aquí: si la conciencia es tan básica como la masa o la carga, podría impregnar todo el cosmos​ scientificamerican.comscientificamerican.com. Esto llevaría a que estructuras complejas (como cerebros) actúen más bien como concentradores o organizadores de una conciencia que ya está presente en la base del tejido del espacio-tiempo. Aunque suene a ciencia-ficción, esta posibilidad se ha discutido seriamente en talleres y conferencias recientes​ scientificamerican.com. También en interpretaciones de la mecánica cuántica, históricamente se propuso que el observador consciente causa el colapso de la función de onda (interpretación de Wigner-von Neumann), aunque la mayoría de físicos hoy prefiere explicaciones como la decoherencia que no requieren invocar la mente para explicar mediciones. Curiosamente, la teoría de Penrose invierte la premisa: sugiere que el colapso cuántico causa al observador consciente, integrando la conciencia en la dinámica del universo​ mindmatters.ai.

Otra línea de pensamiento reciente intenta unificar la conciencia con la física mediante nuevas teorías. Un ejemplo es el trabajo de algunos científicos de información y físicos teóricos que exploran si la conciencia puede modelarse como una forma de energía o proceso físico elemental. En 2023, el Dr. Mahendra Samarawickrama presentó un modelo que incorpora la conciencia en las ecuaciones fundamentales, proponiendo que es un “flujo secuencial de conciencia cuantizado” que interactúa con la materia y la energía respetando la relatividad y la cuántica​ phys.orgphys.org. Según él, esto podría explicar fenómenos como la naturaleza del tiempo y el libre albedrío dentro de un marco físico unificado​ phys.org. Aunque estas ideas son altamente especulativas y no cuentan con verificación experimental, ilustran la búsqueda en curso por entender si la conciencia exige expandir el paradigma científico. En resumen, desde la física convencional no hay evidencia de que la mente viole leyes físicas (ningún experimento ha detectado “fuerzas mentales” actuando fuera del cerebro), pero la cuestión de si la conciencia es emergente o fundamental permanece en el terreno de la filosofía natural. Muchos sostienen que futuros avances en neurociencia y física de la información podrían reconciliar ambos puntos de vista, explicando la mente como un fenómeno natural complejo sin necesidad de postular componentes sobrenaturales ni nuevas fuerzas, mientras que otros mantienen abierta la posibilidad de descubrimientos revolucionarios en la base de la realidad que incluyan la conciencia como pieza clave.

4. Espiritualidad y religiones: conciencia más allá del cuerpo

Las tradiciones espirituales y religiosas, desde hace milenios, han afirmado casi unánimemente que la conciencia (o “alma”) trasciende la existencia física. En las grandes religiones abrahámicas (cristianismo, islam, judaísmo) se concibe al ser humano como compuesto de cuerpo y alma, siendo esta última de naturaleza inmaterial e inmortal. Tras la muerte del cuerpo, el alma continuaría su viaje (ya sea hacia un juicio, reencarnación, unión con lo divino, etc., dependiendo la doctrina). De modo similar, en religiones dhármicas de oriente, como el hinduismo y el budismo, se habla de una continuidad de la conciencia: el atman en el hinduismo reencarna una y otra vez, y aunque el budismo niega un “alma” permanente, postula un flujo de conciencia (stream of consciousness) que persiste y renace hasta alcanzar la iluminación. Estas visiones tradicionales sostienen un dualismo mente-cuerpo fuerte: la conciencia no depende del cerebro para existir, más bien utiliza al cuerpo como vehículo temporal. No es de extrañar entonces que la creencia en algún tipo de vida después de la muerte siga siendo muy común. Encuestas recientes muestran, por ejemplo, que más del 80% de la población en EE.UU. cree que las personas poseen un alma o espíritu independiente del cuerpo físico ​pewresearch.org, y mayorías considerables en todo el mundo profesan creencias en cielo, infierno, reencarnación u otras formas de trascendencia espiritual.

Además de las doctrinas oficiales, la espiritualidad contemporánea (a veces al margen de religiones institucionalizadas) continúa explorando la idea de la conciencia separada del cuerpo. Muchas corrientes Nueva Era, así como experiencias de meditadores avanzados, apuntan a la noción de “conciencia universal” o “no-local” que puede conectarse con realidades más allá de lo físico. Prácticas como la meditación profunda, proyección astral, o experiencias místicas inducidas (por ejemplo con ayuno, sustancias psicodélicas en contextos chamánicos, etc.) suelen interpretarse como vislumbres de una realidad mental independiente del cerebro. Desde la perspectiva espiritual, las experiencias cercanas a la muerte (ver sección siguiente) a menudo se citan como evidencia de que la mente puede separarse del cuerpo, ya que personas clínicamente inconscientes reportan vivencias lúcidas “desde fuera” de su cuerpo.

Un ejemplo contemporáneo de la convergencia entre espiritualidad y supuestos científicos es el discurso de algunos profesionales que, motivados por casos inexplicables, defienden abiertamente la existencia de conciencia extracorporal. El Dr. Manuel Sans Segarra, médico español, ha afirmado tras investigar numerosas ECM que “la conciencia es algo que existe más allá de la mente y el cuerpo”, una entidad que puede subsistir independientemente del organismo físico​ regenerahealth.com. En una entrevista de 2023, Sans Segarra incluso sugiere que ciertas leyes de la física cuántica podrían dar cabida a esa “supraconciencia” más allá de la muerte​ regenerahealth.com. Esta apelación a la cuántica (ideas como la superposición o el entrelazamiento aplicado a la mente) es relativamente común en autores espiritualistas actuales, quienes buscan un puente científico para nociones tradicionales como el alma o la no-localidad de la conciencia. Si bien estas interpretaciones no son aceptadas por la comunidad científica convencional, muestran cómo las creencias espirituales se adaptan e incorporan el lenguaje de la ciencia moderna para reforzar la idea de una conciencia independiente. Del lado religioso tradicional, también hay diálogos con la ciencia: por ejemplo, algunos teólogos y filósofos cristianos exploran el concepto de “alma informativa” que actúa a través del cerebro; líderes como el Dalai Lama han colaborado con neurocientíficos en el estudio de la mente meditativa, interesados tanto en validar los efectos de la meditación en el cerebro como en discutir si la conciencia primordial de la que habla el budismo tibetano puede encajar en un marco científico. En general, la posición espiritual es dualista: sostiene que la conciencia no se aniquila con la muerte cerebral, sino que retorna a otra dimensión (cielo, bardo, etc.) o a otro cuerpo. Aunque carecen de pruebas empíricas en el sentido estricto, estas creencias se mantienen vigorosas en buena parte de la humanidad, proporcionando consuelo existencial y un marco ético basado en la continuidad del ser consciente más allá de esta vida.

5. Experiencias cercanas a la muerte (ECM/NDE) y estudios clínicos

https://www.scientificamerican.com/article/lifting-the-veil-on-near-death-experiences/ Imagen: Representación esquemática de diversos estados de conciencia según tres ejes (nivel de vigilia, conciencia interna y conexión con el exterior). En este “espacio de la conciencia”, las experiencias cercanas a la muerte (NDE, en morado) y ciertos estados inducidos por ketamina aparecen con vigilia extremadamente baja (el sujeto está clínicamente inconsciente) pero alta conciencia interna y sensación de desconexión del entorno. Se comparan con otros estados como la anestesia general, coma, sueño REM con sueños (alta conciencia interna), sueño profundo sin sueños (baja conciencia interna) o alucinaciones en vigilia (alta conciencia interna y cierta conexión).【25†】

Las experiencias cercanas a la muerte (ECM, o near-death experiences, NDE) han emergido como un área clave en la exploración de la conciencia y su posible independencia del cuerpo. Durante décadas fueron consideradas relatos curiosos o místicos, pero desde los años 2000 han recibido creciente atención científica. Las ECM típicamente ocurren en situaciones de peligro vital extremo – paro cardíaco, shock por pérdida de sangre, coma por traumatismo, etc. – en las que el individuo está inconsciente o clínicamente “muerto” por breves periodos. Sorprendentemente, entre un 10% y 20% de los sobrevivientes de paros cardiacos reportan haber tenido algún tipo de NDE, y se estima que entre el 5% y 10% de la población general ha vivido una en circunstancias diversas​ scientificamerican.com. Estas experiencias suelen incluir elementos comunes: sensación de separarse del cuerpo (desdoblamiento u “out of body”), percepción de desplazamiento por un túnel hacia una luz intensa, emociones de paz profunda, revisión panorámica de la propia vida, y a veces encuentros con seres fallecidos o entidades luminosas. Tradicionalmente, muchos han interpretado estas vivencias como evidencia del alma partiendo del cuerpo rumbo a “otro lado”.

Desde una postura científica, las ECM plantean preguntas fascinantes: ¿cómo es posible una experiencia consciente tan vívida en un cerebro que está sufriendo anoxia (falta de oxígeno) o incluso que ha cesado su actividad eléctrica normal? Estudios recientes intentan aclararlo. Investigaciones neurofisiológicas han descubierto que la actividad cerebral puede persistir de forma inesperada en el momento cercano a la muerte. En 2022 se publicó el caso fortuito de un registro EEG en un paciente moribundo donde, tras el cese de latido cardíaco, apareció una breve ráfaga de ondas gamma de alta frecuencia asociadas a procesos cognitivos​ scientificamerican.com. En 2023, un equipo liderado por Jimo Borjigin monitorizó con EEG a cuatro pacientes comatosos en proceso de muerte (retirada del soporte vital): dos de ellos mostraron un pico paradójico de actividad gamma neuronal justo cuando sus cerebros quedaban sin oxígeno, concentrado en áreas temporoparietales posteriores (región implicada en la integración multisensorial y en la generación de imágenes visuales internas) ​scientificamerican.comscientificamerican.com. Esta “explosión final” de actividad en la llamada hot zone posterior del cerebro podría correlacionarse con percepciones internas vívidas – encajando con los reportes de visiones intensas en ECM – aunque en estos casos los pacientes fallecieron y no podemos saber qué experimentaron​scientificamerican.com. Curiosamente, Borjigin ya había observado un fenómeno similar en ratas inducidas a muerte en un estudio anterior, sugiriendo que el cerebro al apagarse podría entrar en un estado hiperexcitado transitorio que produce las experiencias tipo ECM​scientificamerican.com.

Otra investigación de gran escala, coordinada por Sam Parnia (experto destacado en este campo) y publicada en 2023, revisó a 567 pacientes que sufrieron paro cardíaco intra-hospitalario, de los cuales 53 lograron ser monitorizados con EEG durante la resucitación. En cerca del 40% de esos casos se detectó alguna actividad eléctrica compatible con estados conscientes hasta 1 hora después de iniciada la reanimación, incluyendo patrones cerebrales intermitentes similares a los de vigilia ​scientificamerican.com. Cabe señalar que la mayoría del tiempo el EEG estaba plano, pero es notable que transitoriamente el cerebro “rearrancaba” con marcadores de conciencia en plena RCP. De 28 sobrevivientes entrevistados, seis recordaron posteriormente una ECM (lo que Parnia denomina “experiencia recordada de la muerte”)​ scientificamerican.com. Además, en ese estudio se realizaron pruebas sutiles para validar posibles percepciones extracorporales: se puso una tableta con imágenes aleatorias fuera del campo de visión y se hicieron sonar en auriculares listas de palabras mientras los pacientes estaban inconscientes​ scientificamerican.com. Ningún sobreviviente recordó las imágenes, y solo uno pudo mencionar correctamente las palabras (una secuencia de nombres de frutas), lo cual Parnia señala que puede haber sido casualidadscientificamerican.com. En conjunto, estos resultados apuntan a que las ECM no son meras alucinaciones de un cerebro totalmente apagado, sino un estado cognitivo real aunque atípico, posiblemente generado por un cerebro que lucha por sobrevivir.

Los estudios clínicos también han examinado las características psicológicas y efectos a largo plazo de las ECM. Se ha encontrado que quienes las viven a menudo experimentan transformaciones profundas: pérdida del miedo a la muerte, cambios de valores, mayor espiritualidad o empatía, etc. Un análisis publicado en 2022 comparó a más de 3.000 personas que habían pasado por una ECM, por un viaje psicodélico con drogas, o por una experiencia mística no ligada a riesgo vital, y halló resultados “sorprendentemente similares” en cuanto a impacto vital positivo y disminución del temor a la muerte en los tres grupos​scientificamerican.com. Esto sugiere que ciertas experiencias de conciencia alterada – sean inducidas químicamente o por trauma cercano a la muerte – pueden llevar a resultados psíquicos parecidos, lo cual abre preguntas sobre mecanismos comunes (por ejemplo, la desinhibición de redes cerebrales normalmente moduladas). Desde el punto de vista médico, la teoría emergente (defendida por Parnia y otros) es que las ECM podrían deberse a una combinación de factores neurofisiológicos: durante la muerte inminente, el cerebro entra en modo de emergencia, liberando neurotransmisores y provocando actividad desinhibida en regiones visuales y emocionales, a la vez que la falta de oxígeno y la cascada de eventos bioquímicos generan sensaciones inusuales​ scientificamerican.com. Al fallar las funciones regulares, “circuitos de freno” de la mente se liberan y permiten la manifestación de imágenes y memorias vívidas, como una especie de sueño lúcido hiperinenso o una última recapitulación de la vida​ scientificamerican.com. Esto podría explicar elementos como la revisión de vida (quizá ligada a una activación masiva de redes de memoria) o las visiones de túnel y luz (posiblemente relacionadas con la activación de corteza visual bajo hipoxia).

Es importante remarcar que no hay consenso absoluto sobre la interpretación de las ECM. Para muchos médicos y neurocientíficos, la hipótesis cerebral es la más plausible: las ECM serían productos de un cerebro moribundo, pero aún operativo en ciertos aspectos. Sin embargo, algunos investigadores (y muchos experienciadores) mantienen abiertas otras posibilidades, incluyendo la interpretación de que la conciencia efectivamente se separa del cuerpo. Hasta ahora, ninguna prueba objetiva ha validado percepciones verídicas desprendidas (por ejemplo, pacientes en ECM describiendo con precisión eventos ocurridos en otro lugar mientras estaban inconscientes – a pesar de algunos relatos intrigantes, falta evidencia sólida reproducible). La postura médica prevalente es de escepticismo hacia explicaciones paranormales, a la vez que de asombro por lo que revelan estas experiencias: incluso al borde de la muerte, la mente humana puede generar una narrativa coherente. Como señala la neurocientífica Charlotte Martial, “ya no se cuestiona la realidad subjetiva de las ECM; claramente, quien reporta una experiencia, vivió algo*​ scientificamerican.com. El foco entonces está en qué ocurre en el cerebro para dar lugar a ese “algo”. Continuar estudiando las ECM, con rigor científico y mente abierta, no solo ayuda a dilucidar si la conciencia puede existir separada del cuerpo, sino que también ofrece una oportunidad única de entender la propia naturaleza de la conciencia y los límites entre la vida y la muerte. En palabras de un artículo de Scientific American, estas experiencias están “levantando el velo” sobre la conciencia, al borde de lo que la ciencia puede explicar​ scientificamerican.comscientificamerican.com.

En conclusión, de 2022 a la fecha hemos visto avances significativos en cada enfoque: la neurociencia estrecha el cerco sobre los mecanismos cerebrales de la conciencia (sin hallar indicios de una “mente sin cerebro”), la filosofía reaviva debates fundamentales sobre la naturaleza intrínseca de la mente, la física explora si necesitamos nuevas leyes para incluir al observador, la espiritualidad reafirma la intuición de una conciencia trascendente, y los estudios sobre ECM proporcionan datos empíricos en un terreno antes reservado a la metafísica. ¿Existe una conciencia separada del cuerpo físico? Las pruebas científicas actuales apoyan fuertemente la dependencia en el cerebro – cuando el cerebro se apaga, la experiencia consciente observable cesa – pero también revelan la complejidad asombrosa de la mente, que puede manifestar vivencias en estados extremos que aún no comprendemos del todo. Por ahora, la pregunta sigue abierta. La respuesta quizá requiera una síntesis interdisciplinaria: un entendimiento integral que abarque la actividad neuronal, las propiedades de la información, y la dimensión subjetiva personal. Las investigaciones continúan, acercándonos paso a paso a desentrañar este antiguo misterio sobre la naturaleza última de la conciencia humana.​ pubmed.ncbi.nlm.nih.govquantamagazine.org

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