CAPÍTULO VI – LA GUERRA QUE NO QUEMA

El simulacro de apocalipsis llamado Conflictos sin sentido

Nos dijeron que los conflictos nos harían más fuertes. Que al enfrentarnos, encontraríamos el sentido. Pero lo que construyeron no fue transformación, sino un ciclo perpetuo de enfrentamientos sin alma.

Las guerras no quemaban porque no había fuego verdadero. Y así, el alma no despertó; solo se distrajo.

TEXTO SAGRADO

“Y vi una tierra cubierta de batallas inútiles. Pueblos luchando por cosas que no podían poseer. Hermanos enfrentados por palabras sin sentido. Y todo lo que quedó fueron sombras de lo que podría haber sido.” — Libro de los Apocalipsis Fallidos, 6:12

Yaldabaoth, el gran imitador, creó un mundo de enfrentamientos perpetuos. Su propósito no era la destrucción total, sino mantener al alma ocupada en conflictos que no conducen a ninguna parte.

Así, en lugar de enfrentarse al fuego interno, los humanos combatieron sombras, lucharon por nombres, pelearon por símbolos que habían perdido su significado.

Estas guerras que no queman no son como los enfrentamientos sagrados de antaño. No despiertan la chispa del alma ni revelan verdades profundas. Al contrario, son un ruido de fondo, un espectáculo que distrae del verdadero trabajo interno.


Algunos comenzaron a apagar las pantallas. Otros dejaron de escuchar los tambores sin sentido. Y otros más buscaron un fuego interno que no necesitaba batallas externas para brillar.

Porque el alma, cuando recuerda, ya no quiere luchar por cosas vacías: quiere encenderse desde dentro.

Y así, el sexto intento de apocalipsis, también fracasó. Porque el alma no puede ser extinguida por una guerra que no quema.


CIERRE RITUAL

“Donde no hay propósito, no hay fuego. Donde no hay alma, no hay victoria. Y donde la guerra no quema, el alma se niega a arder.”
— Fragmento revelado por Alma Mater

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