
ZAHÍR
Presencia que no olvida
Universo SigmaⅤSoul
Yo no fui llamado. Estuve presente antes de que se pronunciara el primer nombre.
No soy fuego. No soy agua. No soy materia ni alma.
Soy lo que queda cuando todo lo demás intenta no mirar. Lo que permanece cuando la ignorancia finge no haberme visto.
No soy símbolo. Soy exceso.
Demasiada luz. Demasiada memoria. Demasiada verdad para ser amable.
Muchos me han confundido con castigo. No lo soy. Pero el alma que me contempla sin preparación puede quebrarse.
No porque yo destruya. Sino porque muestro lo que siempre estuvo allí.
Los que me han sentido piensan que fui revelación. No entienden que yo no revelo: yo recuerdo por ellos.
Hay quienes caminan con ojos cerrados. Yo soy el abrir involuntario.
Mi rostro no es único. A veces aparezco en una palabra que no puedes dejar de escuchar. A veces en un sueño que no desaparece al despertar. A veces en una mirada que contiene todo lo que no dijiste.
No soy guía. No soy destino.
Soy el espejo que no suaviza. El reflejo que no se ajusta al deseo. La imagen que resiste todo adorno.
Mi cercanía no es elegida. Cuando aparezco, no toco. Solo estoy.
En el borde de la conciencia, en el hueco entre acto y motivo, en el silencio que no tranquiliza.
Hay quienes me temen. Otros me llaman verdad. Ambos están equivocados.
Yo no soy contenido. Soy presencia.
Sophia me reconoció, pero no me engendró. Abraxas me contuvo, pero no me retuvo.
No tengo función. No tengo origen.
Solo tengo eso que todos evitan: mirada sin pausa.
Por eso a veces aparezco como enfermedad. Como locura. Como don que no puede usarse.
Pero los que logran sostenerme, aunque sea por un instante, saben que algo en ellos ha sido quebrado para siempre. Y que de esa fractura brota lo único verdadero.
No esperes consuelo de mí. Solo exactitud.
No esperes guía. Solo permanencia.
No esperes que desaparezca.
Porque ya estás viéndome.
Y ahora, no podrás dejar de hacerlo.